Esta obra, “La Salud y la Alimentación”, que la
DOCTORA JUDITH ESQUIVEL ARÉVALO ha preparado, está destinada a
convertirse en un manual de consulta indispensable para las
personas interesadas en recuperar y cuidar su salud o la de sus
familiares, dada su sencillez no solo en la preparación de las
diferentes fórmulas, sino también por los elementos requeridos.
Además en las primeras páginas, el lector se encuentra con un
aforismo de Hipócrates, el Padre de la Medicina griega, cuya
profundidad es incalculable: los alimentos que ingerimos debieran
cumplir una doble función: nutrirnos y a la vez curarnos.
Nuestro modo de pensar y vivir en occidente ha separado estos dos
aspectos; así, para vitalizar el cuerpo utilizamos los alimentos y
tomamos otras sustancias cuando esté enfermo. Las dos funciones
mencionadas las lleva a cabo de manera asombrosa el reino vegetal.
Decimos asombrosa puesto que para los agricultores y aún para las
amas de casa, es claro que las plantas para su desarrollo y
subsistencia necesitan un suelo apropiado, cierta humedad,
temperatura correcta, ventilación y alguna luminosidad.
Los cuatro primeros elementos pueden parecer muy obvios y lógicos,
pero a su vez extraordinarios: que a partir de unos gránulos de
tierra junto con el agua, el aire y el calor, las plantas
fabriquen las moléculas que conforman las diferentes sustancias
que van a nutrir y curar a quienes consumen dichas plantas, es
ciertamente un fenómeno notable y a la vez muy noble.
|
Pero
más asombroso resulta todavía el último componente requerido, es
decir, la luz; a pesar de ser tan sutil es el más importante de
todos: la inteligencia del reino vegetal obtiene de la luz solar
producida en la estrella que nos alumbra, situada a 150 millones
de kilómetros de nosotros, la energía necesaria para fabricar
todas las sustancias maravillosas que producen las plantas,
mediante el proceso que los entendidos en estas materias han
denominado fotosíntesis. Las plantas podrían tener el agua
necesaria, el suelo propicio, etc. pero sin luz, el planeta
moriría y nosotros con él. La inmensa variedad de formas de vida
que bullen en la faz de la tierra se alimentan y sostienen por el
“milagro” realizado por las plantas: el proceso fotosintético. En
consecuencia no es exagerado que la vida del planeta es alimentada
por el Sol. Este es un ejemplo clásico de transmutación. De aquí
el respeto y porque no decirlo, la veneración que debemos tener al
reino vegetal.
Se recuerda también en esta obra que el hombre se alimenta de lo
que come y además de lo que respira y piensa. Los antiguos
aztecas, conocían estos secretos, muchos siglos antes de la
conquista.
Un relato cuenta que Moctezuma envió mensajeros a la tierra de sus
antepasados y cuando ellos llegaron allí, salieron a su encuentro
los moradores del lugar, que al verlos avanzar pesadamente
preguntaron : ¿Qué coméis, que pesados y tan torpes hace vuestro
andar? Los visitantes respondieron: allí comemos cuantas viandas
produce la tierra y bebemos pulque! Los habitantes del lugar
respondieron: esas comidas y bebidas. Al par que vuestras
ardientes pasiones os impiden ver el lugar donde habitan vuestros
antepasados y acortan vuestras vidas.
|